Este año es historia
Este año comenzamos a vivir algo nuevo en la historia de Puerto Rico. Decía Pedreira para la década del 30 que la isla era como un barco a la deriva en medio del mar, refiriéndose a la inercia que representaba su estatus político en aquella época. Más de 80 años después, y cuando muchos puertorriqueños habían dado por concluida la búsqueda de un puerto donde anclar en los 50, nuevamente no era más que un espejismo.
Tenemos hoy un Estado Libre Asociado moribundo, opacado por una ley que coloca a siete infalibles a gobernar a los puertorriqueños. Una tercera ola migratoria, camino a convertirse en la más grande de nuestra historia. Solo en el Centro Judicial de Ponce semanalmente hay de 60 a 70 ejecuciones de hipoteca. Un sistema de retiro quebrado, el salario de los empleados a ser reducido en un 20%, 91 nuevos impuestos y próximamente, el asesinato de la universidad del Estado. ¿Pero, qué Estado?
En tiempos de la antigüedad los romanos, al conquistar las tribus vecinas en el Lacio, convirtieron sus ciudades en municipios donde había un gobierno local y sus habitantes fueron convertidos en “civitas sine suffragio” o, mejor dicho, ciudadanos romanos sin derecho al voto. Estos eran excluidos de toda participación política en la república y solo se reducían a administrar lo local. El pasado dos de marzo celebramos 100 años de ser Ciudadanos Americanos. La Ley Jones-Shafroth es la misma historia que acabo de mencionar. Muchos pensaban que esto era parte del proceso para la Estadoidad, pero como hemos visto no ha habido ningún otro interés que el de una relación económica y de subordinación.
Pero ya no estamos en tiempos antiguos, donde los apetitos de expansión territorial eran insaciables. Estamos ante un sistema racista y capitalista desenfrenado que por tercera vez quebranta a los puertorriqueños desde el 1900. El problema está en que, si la isla es propiedad del gobierno de Estados Unidos, una carpeta del Departamento de Energía y Recursos Naturales, como lo establecen los Casos Insulares, entonces, ¿Qué son los puertorriqueños? ¿Un estorbo?
En 1900, luego de que el huracán San Ciriaco destruyera la isla un año antes, Wall Street devaluó la moneda española en un 40% mientras desplazaba los bancos españoles, quienes tenían una tasa de interés de un 2%, estableciendo los bancos norteamericanos con un interés al 10%. De esta manera el peso español valía 60 centavos frente al dólar americano. Como efecto, familias enteras se declararon morosas y empresas puertorriqueñas insolventes. Parecido a la devaluación de los bonos en 2014, ¿No?
En 1899 existían 851 fincas que pertenecían a locales de la isla, equivaliendo a 171.392 cuerdas. Para el año 1934, corporaciones azucareras norteamericanas controlaban 166.100 cuerdas, sin contar que lo poco restante estaba en manos del gobierno de Estados Unidos. En ese periodo fueron miles las familias forzadas a emigrar.
La segunda gran emigración comienza inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, donde a falta de empleos por la caída de la industria azucarera y el crecimiento económico en los Estados, miles se ven forzados a buscar un mejor porvenir. Sin contar las políticas fallidas del “Nuevo Trato” de Roosevelt. En estos tiempos la política pública del Estado Libre Asociado buscaba atraer capital extranjero. De esta manera se crearía empleos y es aquí cuando se activa la sección 936 del Código de Rentas Internas, donde se darían exenciones contributivas a corporaciones foráneas. Esto duró hasta los tiempos de Rosselló padre. Por otro lado, en 1938, el congreso permitió las emisiones de bonos por parte de las agencias gubernamentales para el desarrollo e infraestructura de Puerto Rico. Es aquí donde se comienza a emitir deuda, la cual durante muchos años fue pagada con más préstamos. Una vez culminó este periodo, la isla se avecinó a su próxima crisis de manera veloz.
Hoy día vivimos la tercera ola, donde gobernantes irresponsables emitieron deuda con desenfreno para cuadrar el presupuesto y quedar bien para el siguiente cuatrienio. En 2014 las casas acreditadoras devaluaron los bonos de Puerto Rico. Ahora el gobierno del Estado Libre Asociado no tiene acceso a los mercados financieros y, por ende, no puede cuadrar el presupuesto por su incapacidad de pedir prestado. Pero esto no era lo peor. El colmo es que tampoco tenemos la capacidad de irnos a quiebra por una enmienda sin contenido jurídico al Capítulo IX de la Ley Federal de Quiebras que se dio en 1984, ideada por un congresista racista.
Con lo dicho, estamos ante una situación donde al gobierno no le queda por hacer. Han aceptado la subordinación en vez de demandar al gobierno de Estados Unidos ante la Corte Suprema Federal en cuanto a que se le viola un “pacto bilateral” que supuestamente se dio en los 50. Nosotros los puertorriqueños debemos unirnos en una sola voz y luchar. Más que todo, debemos entender que esta crisis no es nuestra culpa y debemos provocar un movimiento fuerte para obligar al gobierno de Estados Unidos a que nos provea el derecho a renegociar la deuda con los bonistas y evitar que se den recortes en las áreas fundamentales para el desarrollo de nuestro país, como por ejemplo lo es la universidad.
Se aproxima una huelga indefinida, pero no debemos pensar que se trata de los mismos “pelús” comunistas de siempre. Atacar la universidad pública del país es un ataque a todos los puertorriqueños, más cuando los de la Junta de Supervisión Fiscal no sienten nada por ella porque ni ellos ni sus hijos van a estudiar donde van las clases más desventajadas de este país.
Esta huelga debe ser diferente y no podemos quedarnos en los predios del Recinto de Río Piedras de la UPR. Debe abarcar todos los sectores de nuestro país. Este es un ataque. Un robo. Por nuestra historia oculta, debemos frenar estos atropellos que no son diferentes a los del siglo XX. Estamos hablando de los mismos que nos llevan gobernando desde siempre y que quieren otra tajada del bizcocho. Para ello el sacrificio de miles de puertorriqueños es necesario una vez más. Esta vez debemos luchar.
Una de las razones más importantes por las que Estados Unidos nos mantiene como colonia es por nuestra cultura consumerista. Los dueños de los medios de producción se llevan billones de dólares anuales que no pagan en impuestos federales. Esas personas también financian campañas tanto de políticos locales como norteamericanos. Con lo dicho, nuestra arma más poderosa, de la cual nadie ha hablado, hizo que el programa más visto en la historia de la televisión puertorriqueña saliera del aire. La pregunta es, ¿cuándo la vamos a usar?