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Del boicot al inmovilismo

El próximo 11 de junio será el quinto plebiscito de status, quizá el más importante de todos y el que preferimos boicotear.


Antes que el secretario de Justicia de Estados Unidos, mediante su recomendación impositora, dijera que se tenía que añadir el Estado Libre Asociado, ya el Partido Popular Democrático y el Partido Independentista se oponían fervientemente con la justificación de que este plebiscito estaba amañado. Sin embargo, se añade el ELA territorial y fue poco, o ninguno, el cambio de sus argumentos.


Este quizá sea el plebiscito más importante de todos los que han acontecido. Estamos en momentos históricos de muchos cambios y ahora más que nunca hace falta presión de la voluntad de todos los puertorriqueños para mostrar insatisfacción sobre nuestra realidad política y social. Los populares prefieren hacer un boicot, o decir irresponsablemente que nos vayamos a la playa porque saben que esta es la primera vez en la historia que el ELA recibiría un golpe definitivo en las urnas. Otro golpe de esa magnitud, después de que las tres ramas del gobierno de Estados Unidos se expresaran diciendo que nunca existió un pacto bilateral, sería la sepultura para el estatus colonial.


Debemos unirnos en una solo voz y utilizar todos los medios que nos quedan para llamar la atención internacional. Un plebiscito en el que la mayoría de los electores hábiles se expresaran, sin duda alguna llamaría la atención de medios estadounidenses y grupos sociales, a quienes senadores y representantes norteamericanos responden y que necesitan para ser electos.


No podemos decir que plebiscitos anteriores han sido un fracaso. Son fundamentales para entender hacia qué dirección nos dirigimos y esta es, sin duda alguna, a la ruta de la descolonización.


Ahora bien, hablemos de realidades, si queremos la estadidad, ¿qué tiene Puerto Rico para ofrecerle al club de los estados norteamericanos? De no tener nada en estos momentos, más allá de una deuda de $70 mil millones, ¿podemos valernos por nosotros mismos?


Ambas preguntas son difíciles de contestar, pero no podemos ignorar algo fundamental: Estados Unidos no es la primera superpotencia a nivel mundial por el mero hecho de decirlo, sino que sus influencias son realmente las que estipulan las normas en el mundo. Muchos países son sometidos por sus políticas económicas neocoloniales, como podría ser nuestro caso de ser independientes. ¿Estamos preparados para enfrentar ese posible escenario? Pedimos cambios, pedimos la estadidad o la independencia, pero no tenemos un plan estipulado para alcanzar nuestra meta. Simplemente y una vez más, nos sumergimos en la dependencia.


Los dos partidos que han gozado del poder en los últimos 70 años son responsables de no desarrollar planes para acelerar o mantener sus ideologías. Sus políticas han carecido de dirección y hoy nos piden la inacción en vez de expresarnos en las urnas. Es una irresponsabilidad y una demagogia persuadir a los electores a que no voten en este plebiscito porque que sería lo mismo que permanecer en el inmovilismo. Si queremos llamar la atención, hay que votar.


Rolando Cruz Soto

Miembro de #SOMOSelAHORA

Publicado en el Nuevo Día


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