top of page

JÓVENES DOTADOS

Ante su progreso académico sobresaliente, 178 alumnos de escuelas públicas ya se han beneficiado de un plan que viabiliza su admisión temprana a una institución postsecundaria

Apenas tuvo tres días para tomar la decisión. Después de semanas de espera, recibió las noticias que esperaba y con temor, pero lleno de entusiasmo, Melvin Soto Vázquez decidió que no terminaría el cuarto año de escuela superior y en vez se matricularía en la universidad a los 16 años.

Iranis Hernández llegó a su escuela superior en agosto pasado y hasta participó de una actividad para darles la bienvenida a los estudiantes de duodécimo grado, los llamados “seniors”, antes de enterarse de que podía saltarse el grado. Empezó la semana como estudiante de “high”, pero la terminó como estudiante de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

La movida para Guillermo A. Rosario Caballero fue aún más dramática. Un día llegó a la escuela superior para su primer día de duodécimo grado; al otro se presentó al Recinto de Cayey de la UPR para su primer año como estudiante de Química.

Ellos son tres de los 178 estudiantes sobresalientes de escuelas públicas que se han beneficiado de la política pública de Admisión Temprana, creada por el Departamento de Educación en alianza con varias instituciones postsecundarias. La iniciativa fue creada mediante una carta circular firmada en el 2014, y permite que los estudiantes que cumplen con altos requisitos de aprovechamiento académico al terminar el undécimo grado puedan recibir una certificación para matricularse en una institución de educación superior.

Al finalizar su primer año de universidad, los alumnos reciben su diploma de cuarto año.

El proyecto les permite “adelantar” un año de estudios y completar una carrera universitaria antes de lo que esperaban, lo que resulta una ventaja para jóvenes que planifican estudiar carreras largas, como el caso de Iranis y Valeria Santiago, que aspiran a convertirse en doctoras en medicina.

Valeria se enteró de la existencia del proyecto un año antes y desde el primer momento pensó que no se acogería a él. Pero cambió de opinión luego de escuchar las anécdotas de compañeros de la escuela especializada en ciencias y matemáticas Brígida Álvarez Rodríguez, ubicada en Vega Baja.

“Cuando vi que cualificaba para esto, lo pensé, no estaba segura. Está el lado social, uno piensa en quedarse en la escuela con los amigos, vivir el cuarto año, estar en la graduación, pero cuando lo pensé de manera objetiva, es una ventaja y era una oportunidad que no podía dejar pasar. Se trata de mi futuro y de lo que quiero alcanzar como persona, ser una profesional”, sostuvo Valeria.

Melvin, Iranis y Valeria comenzaron la universidad este semestre. Mientras, Guillermo y Gustavo Agosto fueron parte del grupo de 45 estudiantes de escuelas públicas que el año pasado se acogieron al proyecto. En su primer año de implementación, solo una estudiante optó por entrar antes a la universidad, detalló la directora del Programa de Consejería del Departamento de Educación, Gloria Rosario.

“Al principio fue un poco raro, pero me acostumbré. En la universidad no entendían que me podía graduar antes”, señaló Gustavo, quien recordó con una sonrisa cómo el director de su escuela llamó a sus padres para explicarles la oportunidad que el joven tenía ante sí cuando él no decidía qué hacer.

Para ser elegibles para Admisión Temprana, los estudiantes deben tener un promedio mínimo de 3.50, lograr una puntuación mayor de 3,000 en las Pruebas de Evaluación y Admisión Universitaria (PEAU) administradas por College Board, obtener al menos tres puntuaciones de nivel avanzado y un proficiente en las prue-

“Los estudiantes pueden participar de su graduación, su ‘prom’, cualquier actividad aun cuando estén en la universidad y no en su escuela” GLORIA ROSARIO Directora del Programa de Consejería del Departamento de Educación pruebas estandarizadas del Departamento de Educación y tener evidencia de que será admitido a una institución postsecundaria, explicó Rosario.

Durante los primeros dos años del proyecto, el promedio mínimo para los participantes era 3.75. Pero optaron por bajarlo a 3.50 –promedio que equivale a una nota de A– ya que las investigaciones pedagógicas reconocen que el promedio escolar no necesariamente es un indicador de cómo será el desempeño en la universidad y porque los niños y adolescentes dotados no siempre tienen las mejores notas, sostuvo la funcionaria.

SUPERAN OBSTÁCULOS. Entrar a la universidad como parte de los primeros grupos de Admisión Temprana fue una montaña rusa para estos adolescentes, pues los resultados de las pruebas estandarizadas les llegaron a inicios del semestre escolar.

A diferencia de otros universitarios, los cinco jóvenes entrevistados por este diario no tuvieron meses para prepararse para la universidad, sino unos pocos días.

“Ni ropa para la universidad tenía porque lo que tenía eran los uniformes (de la escuela)”, expresó Guillermo.

“Fue difícil conseguir hospedaje, ya estaba tarde”, recordó Melvin. Él y otros tres alumnos que salieron de su misma escuela superior, la Brígida Ál- varez, optaron por alquilar una casa juntos y así solucionaron su problema de vivienda cerca del Recinto de Mayagüez de la UPR.

Los estudiantes del sistema público pueden terminar la escuela superior en dos años si aprueban los 21 créditos necesarios para graduarse adelantando clases y tomando cursos en verano. No obstante, los jóvenes de Admisión Temprana salen de la escuela superior con 14 créditos aprobados.

Sin embargo, no por esto consideran que están menos preparados académicamente que sus compañeros, aseguró Valeria.

“Pues es un reto, pero es lo mismo para los otros estudiantes”, expresó la joven, quien estudia Biología.

El mayor impacto ha sido tomar clases en anfiteatros con decenas de otros estudiantes, relató Valeria. A Melvin –quien cursa un bachillerato en ingeniería de computadoras– también le impactó su primer examen departamental, el cual tomó con cientos de otros universitarios.

Iranis y Valeria coincidieron en el Recinto de Río Piedras de la UPR, donde hay unos 20 estudiantes de escuela pública que aprovecharon el Programa de Admisión Temprana. Se llaman a sí mismos los “pre-prepas” y se mantienen comunicados a través de un grupo que crearon en una aplicación celular para darse apoyo entre todos en esta travesía, relató Iranis.

Sus intereses son tan variados como ellos. Valeria busca completar un bachillerato en Biología, Iranis uno en Química. Melvin es estudiante de ingeniería de computadoras, mientras que Gustavo estudia animación digital. Guillermo está matriculado en Química, pero el año pasado se dio cuenta de que las ciencias no le gustan tanto como pensaba y actualmente evalúa en qué área completará su bachillerato.

“No me fue tan bien como esperaba, pero ya me estoy dando cuenta de qué me gusta y qué no. No me gustan las humanidades, en historia me quedo dormido. Ahora estoy evaluando qué haré, subiendo las notas y tomando las materias básicas que necesito para cambiarme de concentración”, indicó Guillermo, quien el año pasado entró al coro del Recinto de Cayey, donde descubrió su talento para el canto. El joven de 18 años, quien a los 13 años fue diagnosticado con el síndrome de Asperger’s, no ve su futuro en las artes a pesar de que disfruta tocar instrumentos de cuerdas, sino posiblemente en algo relacionado con las matemáticas.

“UNA DECISIÓN FAMILIAR”. El proceso para que los estudiantes obtengan la certificación para continuar a estudios superiores comienza con la administración de las pruebas del College Board, las cuales los estudiantes de escuela pública pueden tomar de forma gratuita. Este semestre, se administraron miércoles y jueves de la semana pasada. En febrero, los estudiantes tendrán otra oportunidad de tomarlas.

En el caso de las pruebas del sistema de Medición y Evaluación para la Transformación Académica (META-PR), este año se utilizarán por primera vez para otorgar una nota a los alumnos. Ante esto, se espera que los resultados de los estudiantes lleguen antes de que culmine el semestre escolar, así los jóvenes que cualifican para Admisión Temprana tendrán más tiempo para tomar una decisión, indicó Rosario.

Este año, 132 estudiantes provenientes de 40 escuelas superiores se acogieron al proceso para entrar antes a la universidad. En total, 535 adolescentes cualificaban, de acuerdo con cifras ofrecidas por el Departamento de Educación.

De esos 132 estudiantes, 24 pertenecían a la escuela superior Brígida Álvarez Rodríguez. El año anterior, de dicho plantel salieron 15, detalló la consejera escolar, Johanna Rosado.

“Vamos identificando a los estudiantes y se les enfatiza sobre la importancia de tener un buen promedio, del trabajo comunitario, del College Board... Les hablamos para que lo vean como una posibilidad, sabemos que hay temor y es una decisión bien personal, es una decisión familiar porque ellos no dejan de ser menores. Pero se trata de jóvenes que son bien maduros, que quieren estudiar y están seguros de lo que quieren hacer”, señaló Rosado.

De los 178 estudiantes que en los últimos tres años se han acogido a este protocolo, solo cuatro se han arrepentido de la movida y han regresado a la escuela superior para completar el cuarto año de forma normal, detalló Rosario. “Eso es un porcentaje bien pequeño, es un número ínfimo, así que ha dado éxito”, expresó.

Para leer esta noticia original ver el Nuevo Día del domingo 23 de octubre de 2016 en la sección de Puerto Rico Hoy

Regístrate para

recibir nuestras

 

NOTIFICACIONES 

¡Tu registro ha sido exitoso!

SÍGUENOS

  • Facebook Long Shadow
  • YouTube Long Shadow
  • Google+ Social Icon
  • Twitter Long Shadow
bottom of page