Croacia vs. Francia: una final de inmigrantes y refugiados
Ya terminó de rodar la pelota, se acabaron las tarjetas rojas y amarillas, por cuatro años más no volveremos a escuchar los silbatazos de los árbitros en lo que es, sin lugar a dudas, el evento deportivo más grande del mundo, la Copa Mundial de la FIFA. En esta fiesta deportiva hubo de todo, desde golazos increíbles, alegrías, llantos, lesiones y el debut del videoarbitraje. Por otra parte, en Rusia 2018 vimos el posible ocaso de los dos jugadores más grandes de esta generación: Leo Messi (Argentina) y Cristiano Ronaldo (Portugal).
Fuimos testigos del ascenso de nuevas estrellas del fútbol lideradas por el francés Kylian Mbappe, de apenas 19 años, el belga Romelu Lukaku y el egipcio Mohamed Saleh. Para Rusia este Mundial representó, ciertamente, una gran exposición y un renacer en lo que política internacional se refiere. No hay duda que los majestuosos estadios y la puntualidad con la que se llevaron a cabo todos los eventos dejaron bien parada a los organizadores.
Antes de que empezara esta edición de la Copa Mundial, ningún analista deportivo tenía un claro vencedor. Para sorpresa de muchos la final fue entre Croacia y Francia. Los croatas liderados por Luka Modric (Real Madrid) e Iván Rakitic (FC Barcelona) lograron con mucho sacrificio y buen juego llegar a donde llegaron, ganándole a equipos que en papel eran superiores, como Argentina, Rusia e Inglaterra. Francia tampoco era favorito para disputar la final. El equipo francés, compuesto en su mayoría por jugadores de ascendencia africana, también hizo gala de su juventud y buen juego dándole a su país su segundo campeonato después de 20 años.
No obstante, algo que es muy significativo de la final Croacia- Francia es el origen social de los jóvenes que representaron a ambos equipos. Recordemos que muchos de los jugadores croatas son sobrevivientes de la Guerra de Yugoslavia de los años 90, donde las ideas nacionalistas de los líderes que componían el extinto estado plurinacional de Yugoslavia dejaron estelas de muerte, destrucción y millones de refugiados, algo que no se había visto en Europa desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial (1940-1945). Luka Modric, ganador del Balón de Oro del Mundial, fue testigo de cómo asesinaron a su abuelo y vivió por un tiempo en un campo de refugiados donde, según él, se distraía jugando al futbol.
Iván Rakitic proviene de una familia que, por amenazas de muerte, tuvieron que exiliarse en Suiza. Fue en ese país donde el jugador del Barça nació y aprendió el juego. Llegó a representar a Suiza en un sub-17 pero después decidió representar a Croacia.
Otros jugadores también se vieron en la necesidad de huir de su hogar a consecuencia de la guerra. Por ejemplo, Dejan Lovren se trasladó con su familia a Alemania. A los 10 años tuvo que volver a Croacia ya que su familia no tenía documentos para vivir allí. Otro caso de repatriación lo sufrió Mario Mandzukic, quien junto a su familia se refugiaron en Alemania. En 1996 el gobierno alemán les revocó la residencia y volvieron a Croacia.
Por otra parte, Francia ha sido un país históricamente colonialista y de inmigración, por tanto, no es de extrañar que un gran porciento de sus integrantes sea de origen extranjero, provenientes de la parte norte y subsahariana de África (Mali, Senegal, Angola, Togo, Guinea, Argelia, Marruecos, entre otros) territorios que durante los siglos XIX y mediados del XX fueron colonizados por Francia. Esta selección de inmigrantes fue la que le trajo el triunfo al país europeo por segunda vez en su historia. El deporte francés se ha visto muy beneficiado de la inclusión multicultural y racial.
En el contexto social y político la historia es muy distinta. Cada vez son más los simpatizantes de la ultraderecha antiinmigrante en el país galo. En las elecciones presidenciales de 2017, la candidata ultraderechista y abiertamente xenófoba, Marine Le Pen, llegó a una segunda vuelta, aunque perdió contra el actual presidente de la república, Emmanuel Macron.
En julio del año pasado, Macron anunció un proyecto de ley que según el “garantiza el derecho al asilo controlando mejor los flujos migratorios”. Este anuncio ha generado múltiples rechazos ya que este proyecto hace más difícil la entrada de inmigrantes al país y aumenta el tiempo de cárcel a los inmigrantes que estén ilegalmente en territorio francés.
Organizaciones y partidos políticos pro inmigrantes hacen hincapié en que los franceses se benefician de la inmigración y no solamente en el fútbol, ya que la mayoría de los trabajos de construcción son hechos por inmigrantes, además de que el acceso a las salud de las comunidades pobres depende de profesionales en ese campo que en su mayoría son extranjeros. Esto, sin siquiera considerar que el precio de los alimentos se mantiene competitivo ya que la mayoría de los que trabajan en la agricultura son inmigrantes que suelen cobrar salarios bajos.
En un mundo donde países poderosos gastan millones en hacer muros más grandes, crear armamento y separar familias, estos jugadores nos demuestran que la inclusión intercultural no solo da resultados, sino que también une.
Christian Morales Arocho
Profesor de Historia